Después de cansarme del Lidl de al lado de la oficina, decido probar fortuna en otro super delo barrio. Enorme, con pescadería, carnicería y tienda de quesos. Tenían bastantes cosas familiares y exóticas en los supermercados de este lado del mundo: manchego, magdalenas, y he tenido que contenerme para no comprar un botella de
Marqués de Riscal. Después de un buen rato vagando sin rumbo y pensando seriamente qué comprar, me pongo en la cola. Detrás de un carrito. No deja de parecerme curioso que alguién deje el carrito y siga haciendo la compra; costumbre locales, pienso. De pronto, me adelanta una chica señalando el carrito y haciendome gestos. La sigo y veo que el carrito tiene un cartel. Impreso. Y pone
PRODUCTOS REBAJADOS
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