miércoles, 1 de octubre de 2008

Buscando piso (V)

Poner que eres arquitecto en un correo en el que buscas habitación puede tener efectos contraproducentes. He estado con dos arquitectos, y me ha llegado un correo de un diseñador gráfico. El lugar, al sur de la ciudad, en una calle principal; la cita, el sábado a mediodía.

Llego al lugar. La puerta está abierta, pero llamo al telefonillo. Al no obtener respuesta, más allá de un calvo que se asoma al portal, intento buscar la casa por mi cuenta. Subo los cuatro pisos sin encontrar el nombre en ninguna puerta, y mientras me llaman al móvil. Bajo mosqueado y pregunto al calvo. Efectivamente era. Entonces comprendo todo el trasiego de gente por la planta baja. El piso es el bajo, y eso es una especie de casting con todos los interesados. Paso varios minutos vagando por las habitaciones, rodeado de gente más joven que yo (me siento viejuno, ¡ays!). El piso está sin amueblar, tiene la ducha en la cocina, es un bajo y me doy cuenta de que no me gusta. Pero no sé como irme (mejor dicho, no soy capaz de irme sin despedirme) y estoy bastante desesperado por encontrar piso, así que decido quedarme hasta el final del proceso. Los que se han quedado se reunen en lo que parece ser el salón (al menos hay sofás) y empiezan a presentarse. Una chica tiene que abandonar la sala, si no he entnedido mal, por ser demasiado mayor. Cuando me toca el turno, hablo en inglés, oculto mi edad (por las dudas) y digo que mi estancia será de seis meses. En cuanto acabo, el calvo me pide que le acompañe.

-Siento decirte esto, pero no quiero a gente que vaya a estar por poco tiempo. No me apetece volver a montar todo este tinglado dentro de seis. Ya sé que es complicado encontrar piso en esta ciudad. Buena suerte.

Vuelvo andando al centro de la ciudad. Estoy harto, harto.

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