Nuestro héroe llega a casa desesperado y algo trompa después de haber comido un pescado infame regado con una cerveza. Se echa un rato en su colchón, intentando despejarse y buscar consuelo. De repente suena el teléfono: número desconocido.
-¿Pablo? Soy A. ¿Te acuerdas de mi?
-¿EL italiano que se iba a Madrid?
-El mismo. ¿Sigues buscando piso?
-Sí.
-Pues ya tienes uno. Quedamos el lunes y firmamos el contrato.
Por fin, coño. Por fin.
Lo único que no falla nunca
Hace 11 años
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