sábado, 4 de octubre de 2008

El mercado

Dado que mi compañero de piso es un cocinillas y un gourmet (un día tengo que ponerme a escribir sobre mis compañeros de piso y de trabajo), decidí aprovechar la mañana del sábado para ir al mercado central.

El mercado central es uno de los orgullos arquitectónicos de la ciudad. Por fuera no deja de ser un anodino edificio de principios del siglo XX (art-nouveau o su versión alemana, jugendstil, dicen las guías)
Sin embargo este exterior tan rancio (pinturas alegóricas y portadas de piedra incluidas), oculta un interior bastante moderno




Debe ser una de las primeras veces que se utilizó hormigón armado para una obra de este tipo, sino la primera. Corría el año 1910 (casi contemporaneo del matadero de Madrid), y su autor fue una arquitecto llamado Martin Elsässer, que tenía 27 años cuando ganó el concurso. Lo cual no deja de ser frustrante para alguién que a sus 29 no deja de ser un becario. Cuando llegue a los 31, la edad a la que Aalto ganó el concurso del Santorio de Paimio, seguiré con los mismos trabjos de mierda. O tempora, o mores...

Dicho lo cual, el mercado está algo alejado de la idea mediterránea de mercado. Es un lugar bastante populoso, pero orientado a un público eminentemente sibarita. De hecho, la planta superior está ocupada por un restaurante bastante pijo y unas cuantas tiendas de objetos de decoración y chorradas variadas y caras (y aquí habría que incluir, si la memoria no me falla, una peluquería).



La parte de abajo está ocupada casi en su totalidad por puestos de comida, en su mayor parte exótica. Esto quiere decir varios puestos italianos, un par de hungaros, alguno oriental, uno argentino, unos cuantos franceses y por supuesto



El Mercado Español, donde lo mismo te venden, a precio de oro, alubias de Astorga que botellas de tequila o tortillas de maíz. Luego diremos de los USAMericanos...

Por supuesto que llegar sin referencias a un lugar así tiene un peligro. Me he pasado media mañana dando vueltas y sacando fotos antes de decidirme a comprar. Al final me he parado un momento a sopesar si el precio de los canónigos era o no abusivo. En ese momento una dependiento modelo Alemana Rubia Despanpanante se ha dirigido a mi. Encantado de poder practicar un poco de alemán he acabado por realizar la mayor parte de la compra allí. Dos horas y una visita al supermercado después, mi compañero de piso ha visto uno de los paquetes.

-¿Has comprado las verduras aquí?
-Sí.
-Es uno de los sitios más caros del mercado. Doblando la esquina por el pasillo, hay un puesto bastante más barato.

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