Tengo un compañero japonés en el curso de idiomas. Un ingeniero cuarentón, vestido imepcablemente, y con un cerrado y característico acento. Un día, en la pausa del café, nos comentó que unos amigos suyos viajaban a Alemania para visitar los mercados de Navidad, en concreto los de Stuttgart, Munich y Nuremberg. El de Nuremberg es el famoso, aunque los suabos no dejan de estar orgullosos de su mercadillo navideño.
Pasear por él sirve para comparar tradiciones navideñas con España. Por ejemplo la abundancia de puestos de comida, en la mayoría de los cuales sirven glühwein. Este brebaje no deja de ser una especie de sangría caliente, que por eso mismo se sube a la cabeza con bastante facilidad. Y que a un servidor no deja de parecerle algo repugnante (y me he tomado unos cuantos, el último esta tarde en la oficina).
La decoración de los puestos en ocasiones sobrepasa lo extravagante. Y es que los alemanes inventaron la estética en el siglo XVIII, pero parece ser que desde entonces se han olvidado.Aquí Hansel mira sorprendido al Papá Noel que acaba de aparecer en medio del bosque.
Y aquí Papá Noel en pleno esplendor sobre la hierba (?) con un par de enanitos de jardín, las sábanas de la abuela y un par de trastos de la cocina.
Aquí un servidor, aquí una Nancy tamaño familiar...
Lo más sorprendente es comprobar como hasta tierras tan nórdicas y protestantes ha llegado la tradición del Belén (aquí conocido como Krippe). Y aunque no llegan a la complejidad y barroquismo de algunos españoles, se podían ver unos cuantos en el mercadillo.
Este en concreto presidía un puesto delante de la iglesia mayor de la ciudad.
Incluso el Ayuntamiento instala un Belén viviente, con una mula y un par de cabras (no, no recuerdo un buey).
El mercado acaba hoy. En todo caso, hoy también acaban mis navidades suabas. Mañana a estas horas estaré en Madrid. Nada como el hogar...
Lo único que no falla nunca
Hace 11 años
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